- Desde un muerto hasta cambiar el rumbo a jugadores, hay golpeos históricos
Por: Nathanael Pérez Neró
Santo Domingo, R.D. – Jorge Alfaro está entre algodones. Los médicos esperan que la hinchazón en el rostro del colombiano baje, realizar otros estudios de resonancia magnética y rayos X para conocer qué dice la analítica y determinar el siguiente paso.
El pelotazo que recibió en la región metoniana izquierda (mandíbula) el jugador del Licey, un envío sobre las 90 millas del derecho aguilucho Gerson Garabito en el cuarto capítulo, trae a la mesa incidentes parecidos de golpes en la cabeza que cambiaron carreras de peloteros.
Alfaro recibió 12 puntos de sutura en la boca y los primeros reportes dicen que no tiene contusión cerebral.
Tras ese incidente, en el partido se produjeron otros dos hit-by-pitch; los liceístas Jonathan Aro y Wander Suero lo hicieron contra los aguiluchos Juan Lagares y Christopher Morel. Un lanzamiento de Aro que Carlos Paulino pudo esquivar y pasó por detrás de su espalda provocó que las bancas de ambos equipos se vaciaran.
La Comisión de Disciplina de la Lidom evalúa los videos y podría aplicar sanciones.
«¿Qué es lo peor que te puede ocurrir que te puede hacer Michael Jordan cuando te mides a él? Te siembra la pelota en tu cara. Te puede avergonzar», dijo Jeff Hudson, quien jugara en las Grandes Ligas entre 1988 y 2000. «¿Qué es lo peor que Randy Johnson te puede hacer cuando te mides a él? Te puede matar».
Ese es el miedo que los bateadores tienen que bloquear cada vez que se colocan en la caja de bateo.
Rymer Liriano llegó a ser el prospecto 39 de Baseball Prospectus en 2012 y asistir al Juego del Futuro de la MLB. Parecía tenerlo todo para triunfar. El 20 de marzo de 2016, con los Cerveceros en pleno Campos de Entrenamientos, en Phoenix, un pitcheo del derecho Matt West, de los Dodgers, alcanzó la mejilla izquierda del jardinero dominicano, que requirió un cuello ortopédico para ser sacado en un carrito del estadio.
Liriano tenía 24 años, pudo recuperarse y jugar 115 partidos en ligas menores ese año. Pero su carrera no pudo despegar como se proyectaba y solo jugó 21 partidos en la MLB. Desde 2019 está fuera del béisbol organizado y su última experiencia fue en 2022, en la Liga del Atlántico (independiente).
Una muerte
El peor episodio ocurrió hace más de un siglo. El 16 de agosto de 1920, Ray Chapman era el torpedero de los Indios de Cleveland y, mientras agotaba un turno ante los Yanquis, fue golpeado en la cabeza por Carl Mays. Cayó al suelo del Polo Ground, ante la mirada atónita de 21,000 asistentes.
Chapman murió 12 horas más tarde, luego de una operación cerebral. El libro The Pitch That Killed, escrito por Mike Sowell y publicado en 1989, relata el incidente y cómo la MLB afrontó la crisis, fue premiado como el Libro Notable del Año por The New York Times. En agosto pasado, el Salón de la Fama del Béisbol emitió el documental War on the Diamond para conmemorar el 103 aniversario de la tragedia.
Su caso fue gran argumento para que en 1940 se comenzara a utilizar el casco en el plato y al año siguiente los clubes lo instituyeron como obligatorio.
Conigliaro, nunca igual
Antes de llegar a los 23 años, Tony Conigliaro ya superaba el centenar de jonrones, el más joven en lograrlo, y prometía ser un toletero que terminara su carrera con más de 500 vuelacercas.
Pero el 18 de agosto de 1967, en el Fenway Park, Jack Hamilton, de los Serafines de California, le fracturó con un lanzamiento el pómulo izquierdo. Lo sacó por más de un año, a su vuelta ganó el premio Regreso del Año y en 1970 despachó 36 jonrones y remolcó 116 vueltas.
Pero en 1971 la visión del ojo golpeado comenzó a fallar y en 1975, con solo 30 años, con 166 cuadrangulares.
Thon, irrecuperable
El torpedero puertorriqueño Dickie Thon, de los Astros, tuvo una campaña en 1983 donde asistió al Juego de Estrellas, ganó el Bate de Plata y fue séptimo al MVP. Solo tenía 25 años y prometía un mundo.
Pero el ocho de abril de 1984, ante los Mets, un pitcheo de Mike Torrez impactó la parte superior del ojo izquierdo de Thon, que le fracturó el hueso de la órbita y le afectó la vista. Aunque regresó al año siguiente a la liga y jugó otras nueve temporadas nunca fue aquel jugador.